sábado, 4 de septiembre de 2021

Bulimia nerviosa y factores de riesgo asociados en adolescentes escolarizados de 14 a 18 años en Barranquilla (Colombia)

Bulimia nerviosa y factores de riesgo asociados en adolescentes escolarizados de 14 a 18 años en Barranquilla (Colombia)
Resumen 
Objetivo: establecer la prevalencia de riesgo de bulimia y de factores de riesgo asociados en adolescentes escolarizados de 14 a 18 años de Barranquilla.
 Materiales y métodos: Estudio transversal partir de una muestra representativa de escolares de cuatro establecimientos educativos de Barranquilla. Participaron 149 sujetos de 14 a 18 años. Se aplicó instrumento para determinar imagen corporal y bulimia (Body Shape Questionarie), el Bulimia Test of Edinburgh, Test de Rosemberg y DASS21, se estimó IMC y se empleó un cuestionario para determinantes personales. 
Resultados: La prevalencia de riesgo de bulimia fue del 44,3 %. El perfil identifica preferencialmente a 51,3 % mujeres, una de cada cuatro con sobrepeso, y de ellos, el 53 % tenía 16 años o más. Las características relevantes: 18,2 % consumía diuréticos y laxantes para bajar de peso; el 40,9 % tenía problemas económicos; el 56 % manifestó ansiedad; el 53 % depresión y el 53 % insatisfacción con su imagen corporal. Se observó tendencia a la asociación con: sobrepeso, saltar comidas con frecuencia, consumir tres comidas y picar, consumir tres comidas, emplear diuréticos o laxantes para bajar de peso, ansiedad, depresión, estrés e insatisfacción corporal; se obtuvieron razones de disparidad significantes y probabilidad del chi-cuadrado menor de 0.05. 
Conclusión: El riesgo de bulimia se presentó preferencialmente en el grupo de ≥ 16 años, en mujeres y en el estrato medio. Se aprecia una asociación estadística con sobrepeso saltar comidas con frecuencia, consumir tres comidas y picar, consumir tres comidas, emplear diuréticos o laxantes para bajar de peso, ansiedad, depresión, estrés e insatisfacción corporal. 
Palabras clave: bulimia, prevalencia, factores de riesgo, depresión, ansiedad, adolescencia.

Introducción
Los trastornos del comportamiento alimentario (TCA), definidos como una mala regulación del comportamiento alimentario, caracterizada por trastornos cognitivos y alteraciones conductuales asociados a la alimentación, al peso y a la figura corporal, se manifiestan clínicamente asociados a una psicopatología abundante y variada. Entre estos trastornos se encuentran la anorexia, la bulimia y los trastornos no especificados (1). Este tipo de evento afecta primordialmente a la población adolescente, dado que es más vulnerable, por los cambios biológicos, emocionales y psicológicos que enfrenta; en los adolescentes, la seguridad y la autoestima pueden afectarse, ya que están en proceso de construcción de su identidad, pueden padecer estados de ánimo disfóricos y no poseen aún criterios y valores propios que les permitan escapar a la presión de lo que se puede denominar la “cultura de la delgadez” (2). Entre los trastornos alimentarios, la bulimia nerviosa (BN) es el que en los últimos años se ha incrementado con mayor rapidez. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la bulimia es considerada una enfermedad epidémica; caracterizada por los atracones, conducta consistente en comer vorazmente grandes cantidades de alimentos en un breve período, generalmente a escondidas, seguida de un intenso sentimiento de culpabilidad y autodesprecio hacia sí mismo, lo cual conlleva con frecuencia a que la persona que la padece desarrolle conductas purgativas (consumo de laxantes, de diuréticos, inducción del vómito) o conductas compensatorias, como saltarse las comidas, hacer más ejercicio, entre otras. Se categoriza de acuerdo con los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV) y la clasificación internacional de enfermedades (CIE-10), pudiendo ser de tipo purgativo o no purgativo (3-5).
Los TCA representan la tercera causa más común de enfermedad crónica después del asma y la obesidad en adolescentes femeninas (6). La estimación de la incidencia y la prevalencia de los trastornos alimentarios varían dependiendo de las características de la muestra analizada y de los métodos de evaluación del trastorno (7). En los países desarrollados la prevalencia de los TCA es variable y depende de la población evaluada; en términos generales, se estima que la prevalencia de los TCA oscila entre 0,8 a 14 %; para la bulimia nerviosa (BN) la prevalencia oscila entre 1,2 a 4,2 % (8). La Organización Mundial de la Salud ha informado que en los últimos 50 años se ha producido un incremento en el número de casos de bulimia en adolescentes y en población joven, con cifras que oscilan entre 0,9 a 4,1 %. La relación mujer/varón es de %/1(9). Estudios efectuados en diferentes contextos muestran la magnitud de la BN de la siguiente manera: el Departamento de Neurología y Psiquiatría de la Universidad de Padua (Italia) indicó en un estudio realizado en adolescentes femeninas de 12 a 25 años que la prevalencia fue del 4,6 % (10). La Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica realizada en México en 2003 informó una prevalencia de 1.8 % en mujeres de 18 a 29 años de edad (11). Un estudio escandinavo de 2004 en adolescentes estableció una prevalencia del 1.2 % en las mujeres y del 0.4 % en los hombres (7). En 2006, un estudio sobre TCA en adolescentes de 14 a 16 años en Osona (España) estableció, según el Eatting Test (EAT), que el 9.2 % de la población estudiada tenía un TCA; entre los identificados por el tamizaje y aceptaron realizarse el diagnóstico se encontró una prevalencia de 0.26 % (12). En Argentina (2008), un estudio sobre TCA en pacientes con vómitos autoinducidos estableció que el 47 % de las adolescentes presentaba sintomatología compatible con los criterios del DSM IV para bulimia purgativa (13).
Respecto a los datos del comportamiento de la bulimia nerviosa (BN) en Colombia, un estudio realizado por la Universidad Nacional (2008) en estudiantes de bachillerato de Bogotá y Sogamoso obtuvo una prevalencia de 3.25 % (14). Un estudio realizado en 2009 en estudiantes de la Pontificia Universidad Javeriana reportó un riesgo de padecer BN del 27 % (15,16). Otro estudio realizado en Bogotá en 2011 en adolescentes (10-18 años) escolarizados de 10 colegios de bachillerato mostró que el 8,3 % de la población evaluada tuvo riesgo de sufrir un TCA según la escala The Children´S Versión of the Eating Attitudes Test (Cheat) (8). Según el estudio de Osona, el comportamiento de los factores de riesgo para bulimia muestra que las mujeres tenían 13.6 veces más probabilidad de padecer un TCA; la edad estuvo asociada con la presencia de TCA, en particular en las mujeres, siendo la edad de mayor riesgo la de 16 años (19.0 %); esta relación fue significante (chi-cuadrado: 6,8, p=0,03). Para la imagen corporal (IC), el 32,8 %, mostro insatisfacción con su imagen; esta fue mayor en las mujeres, con un 36.3 %; se estableció significancia estadística mediante el Ji-cuadrado para la IC y los TCA para ambos sexos (Ji-cuadrado: 372.98, p<0.001) y para cada uno.
La investigación “Conductas alimentarias de riesgo: prevalencia en mujeres de nivel superior del estado de México” expresa respecto al IMC que el 57% de las participantes con TCA se encontraba en el rango normal, mientras que el 34 % de ellas presentaba sobrepeso y el 4.5 % obesidad (16). Un estudio realizado en Valencia (España) sobre trastornos de la conducta alimentaria y consumo de drogas en población adolescente de 13 a 18 años mostró que los adolescentes con riesgo de desarrollar un TCA presentaron un consumo de alcohol del 82,9 %, de tabaco del 37,1 %, de marihuana o cannabis del 22.9 % y de estimulantes para suprimir el apetito del 8.6 %. Los que consumían estimulantes para disminuir el apetito tenían dos veces más riesgo de padecer un TCA, el cual no es significativo. Para el análisis de efecto no se encontró tendencia a la asociación con ninguna de estas sustancias (17). En Tunja (Colombia) un estudio efectuado en adolescentes escolarizados mostró que la bulimia se presentó en el 13 % de los hombres y en el 10 % de las mujeres; por edad, los más afectados fueron los de 16 a 17 años (16.3 %). Se hallaron cambios en la prácticas alimentarias en el 49.2 % de las bulímicas, y los adolescentes que realizan los mencionados cambios tienen nueve veces más probabilidad de padecer BN; asimismo, la práctica del ayuno fue de 6.5 %, y quienes la efectúan tienen 8 veces más riesgo de ser bulímicas (18). El estudio efectuado en Bogotá y Sogamoso indicó que los escolares con trastornos de comportamiento alimentario tuvieron puntuaciones mayores de ansiedad como rasgo y mayor deseo de bajar de peso; no se presentó en ellos diferencias por estrato socioeconómico (14). En el otro estudio realizado en Bogotá en 2011 la edad media de la población estudiada fue de 13,7 años; el único factor de riesgo que mostró tendencia a la asociación estadísticamente fue el sexo femenino (8). Asimismo, en el efectuado en la Universidad Javeriana, el 66.7 % de la población estudiada era del sexo femenino y la media de edad era de 20.6 años. Respecto a los hábitos alimentarios, el 18.4 % consume las tres comidas tradicionales (desayuno, almuerzo y cena); el 33.5 % las tres comidas tradicionales y entremeses; el 19.9 % se salta frecuentemente las comidas tradicionales sin un orden establecido y el 15.4 % no tiene un patrón ordenado en su alimentación. Se observó el empleo de conductas purgativas en los estudiantes: uso de laxantes en el 16.4 %, diuréticos en el 13 % e inducción de vómito en el 12 %; asimismo, consumo de medicamentos para quitar el apetito durante el último año del 5.1 % (15). 
Este estudio buscó establecer la prevalencia de riesgo de bulimia y de factores de riesgo asociados en adolescentes escolarizados de 14 a 18 años de Barranquilla. Asimismo, establecer el perfil de la población estudiada, la prevalencia y la asociación del riesgo de bulimia nerviosa, según características sociodemográficas, estado nutricional según IMC, hábito de consumo de comidas, de sustancias tóxicas y de actividad física, situaciones familiares desencadenantes de bulimia y características emocionales. La bulimia nerviosa es un problema biopsicosocial que debe ser abordado de manera integral y oportuna, realizando el diagnóstico y tratamiento precoz, ya que estos se constituyen en la base de un mejor pronóstico de la patología. El manejo de este evento requiere de un compromiso directo de los profesionales de la salud: médicos de familia, pediatras, psiquiatras, nutricionistas dietistas y personal de enfermería, es decir, un equipo interdisciplinario y, por tanto, del desarrollo de acciones de promoción de un estilo de vida saludable y de diagnóstico precoz y limitación del daño a nivel de los programas de atención primaria en salud.
Fuente. 
https://www.redalyc.org/pdf/817/81739659005.pdf




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